INTRO:
Les quiero presentar cuatro historias muy comunes, todas
ellas inspiradas en hechos reales. Cuatro historias de cuatro familias de una
planta de un edificio cualquiera de una ciudad cualquiera de nuestro país, tal
y en la situación en la que se encuentra ahora mismo.
Érase una vez una fortaleza en la que habitaban multitud de
ciudadanos procedentes de diferentes lugares del mundo, lejanos y cercanos,
fríos y cálidos. Cada uno tenía su historia:
3ºA
Érase una vez un rey rico que había heredado grandes
riquezas en las que se contaban fortalezas y grandes caudales. Pero el rey rico
vivía triste y solo y su riqueza no lo consolaba. Su reina había fallecido
hacía años y su único hijo se había ido a vivir a otra ciudad. El hombre rico
se sentía solo y esperaba con impaciencia la muerte. Su heredero volvería a
casa para enterrarlo y poner la fortuna a su nombre.
3ºB
Érase una vez un humilde príncipe y una humilde princesa. Un
día encontraron una lámpara mágica (o un banco) que les concedió tres deseos.
Una vivienda, un coche y un espectacular viaje al Caribe. Pero sobre la lámpara
había una maldición, La Maldición de la Crisis Económica. Con el tiempo el príncipe perdió su empleo; el
empleo mileurista de temporada de la princesa pasó de ocho meses a
cinco y sus caudales empezaron a ser insuficientes para echar en la ranura de
la lámpara. Ambos, que habían comido perdices juntos, empezaron a pasar hambre
y a malvivir y la lámpara se fue tiñendo de rojo, camino a la ruina total para
el resto de sus vidas.
Érase una vez un jeque que después de haberse embarcado en
un navío, habiendo sorteado todo tipo de obstáculos arriesgando su vida,
viento, marea, mafias, policía, etc., había llegado al paraíso. Allí había
podido prosperar hasta convertirse en un ciudadano más de aquel lugar. Había
incluso podido pagar el billete de barco, sin trepidantes ni arriesgadas
aventuras a su mujer, a sus dos hijas y a su hijo.
Todos serían felices, pero no para siempre. Un día La
Maldición de la Crisis Inmobiliaria
caería sobre ellos y el jeque se quedaría sin trabajo. El valiente luchador no
permitiría que sus amadas mujeres (esposa e hijas) trabajaran. El hijo sería el
primero en abandonar el gremio de los estudiantes y unirse a su padre en la
lucha contra la malvada serpiente del paro. Las hijas también deberían
abandonar sus artes intelectuales para pronto convertirse en concubinas de
señores menores y todos rezarían a su dios para no perder la fe.
Érase una vez una bella sirena que fue engañada y pescada
por unos piratas (o mafiosos). Después de abusos, llantos, sufrimientos, dolor
y sangre hallaría la libertad. Continuaría ejerciendo su canto atrayendo a los
marineros con su belleza pero consiguiendo una vida más o menos digna. Pero el
espejismo desaparecería y se vería obligada a volver al mar para dejarse
devorar por los tiburones a cambio de un techo y comida para su hijo bastardo.
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Pero sobre ellos, en el altillo, una niña llamada Pandora
había dejado una caja. Alguien la había abierto pero algo había quedado en su
interior, pero cuando lo descubrieran tal vez sería demasiado tarde para
algunos…
¿FIN?…no, todavía no.